Sensaciones

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Como cuando estás concentrada y te saca de tu "si" un rico olor a comida casera, y automáticamente te fuiste con el pensamiento a tu casa, a donde hace casi dos meses que no volvés. Si te pusieras a repensar en todos los estímulos que recibís día a día y que te llevan a otras cosas, si te detuvieras un toque capaz que dirías "QUE LOCO!", para después seguir jugando al Pokemon Go con el celu mientras un colectivo furioso viene a tu encuentro en la esquina de Belgrano y Mitre.

Todos los días la misma rutina, sentir el agua fría en la cara para despertarte y salir al mundo de nuevo, el aire frío de la mañana que sentís en casi todo el cuerpo, otra vez saliste desabrigada. Tomar el bondi, sentir aromas y olores, conjugados, bailoteando entre los asientos dobles y los individuales, el timbre que suena, la gente que empuja, la señora que demora tres horas en bajar....y vos ya llegás tarde! La música en los auriculares apagan el ruido externo, el de la multitud apurada, preocupada y desperezada (o no), los bocinazos siempre frecuentes y el tráfico que empieza a alborotarse.
Caminar unas cuadras, sentir el olor a madera apenas entrás, ver patrones repetidos a lo largo de todo el salón, una y mil veces las mismas cosas, todo en tono sepia, todo a juego.
Subir y bajar escaleras, fumarte el polvo de la madera que se corta creando nuevas formas, siguiendo nuevas líneas y terminando en figuras que el cliente se lleva a su casa feliz.
Pasaron dos horas y el dolor de espalda te está matando, sentís que necesitás un recreo, ya casi terminás. La ventanita del baño es la que da el respiro, es la que mira a la calle directamente sin intermediarios y la que te invita a distenderte un toque antes de volver. Cómico?
Se apagan las máquinas, el sonido ensordecedor del extractor se muere, mismo acto de hace unas horas: buscar la tarjeta en un bolsillo con mil cosas, esperar a que llegue el bondi, play a la música y stop al exterior hasta llegar a tu casa.

Ara Anormalinika

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