Funerales.

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Los aplausos se apagaban a medida que sus pasos avanzaban y su sonrisa se desvanecía, por alguna razón sentía que ese era su día, podría pasar algo maravilloso o algo realmente trágico. Mientras manejaba su auto que se caía en piezas y las bocinas sonaban, a su alrededor, como si tuviera un fin útil, detuvo sus pensamientos y miro aquel pedacito de cielo que se asomaba de entre los edificios asfixiantes y pensó en aquella intuición que sentía hoy. Desde su no tan tierna infancia y durante sus años de vida y muchos más de experiencia, aquella parte de su cerebro que le anticipaba hechos había evitado que saltará aquel río a los cinco años, que se subiera a ese tren que se descarriló a los diez y que escapara de su hogar destruido por personas sin sentidos en su vida, definitivamente algo iba a pasar, algo maravilloso o algo realmente trágico.
Su vida fue un show trágico pero del cual la gente disfrutaba y reía, su vida paso bajo luces de colores de mala calidad, su vida paso entre malabaristas y audaces equilibristas y mágicas galeras y valientes domadores de fieras salvajes, pero él no había nacido con la estrella de la fama sino con la estrella de la tristeza simpática. De repente, en otro semáforo, se detuvo a pensar en todo aquello que había pasado en su existencia, en su madre desinteresada, en su padre ausente, en la primera chica que le rompió el corazón, en la primera que lo amo, en la segunda que le rompió su corazón con agujeritos y así en segundos su vida se presento en fotogramas algunos borrosos, otros blanco y negro y otros con tanto color que lastimaban su memoria, metafóricamente hablando, claro.
En el embotellamiento de la calle siguiente, pensó en su muerte, y se sorprendió, ya no lo asustaba. Había estado seduciéndola durante su adolescencia, mirándola a los ojos y susurrándole palabras de amor, queriéndola tomar entre sus brazos, pero es una mujer astuta y sabía que todavía no era el tiempo de aquel muchachito de ojos apagados. Luego creció y empezó a temerle y la sintió cerca y corrió y se aisló en un departamento que simulaba una ratonera y se refugió en las cuentas y las cosas cotidianas. Pero hoy,  podría pasar algo maravilloso o algo realmente trágico y no le temió, ni la amo, ni la busco, ni la deseo, solo la acepto. Llevándolo al terreno más terrenal, valga la redundancia, imaginó su funeral y en su rostro se dibujo una sonrisa. Seria en un salón enorme, decorado con las telas brillantes que lo acompañaron toda su vida, en la entrada habría señoritas sacando conejos de galeras purpuras, habría un pasillo largo y apenas iluminado, en silencio solo se escucharía las voces de niñas contando cuentos de amor japonés. Para pasar al gran salón las personas, todas vestidas con sus mejores vestidos, tendrían que pasar bajo elefantes que estarían a la merced de un hipnotista y pensarían que son leones y rugirían ferozmente, en cada rincón del recinto, seres andróginos harían malabares con sus pies y debajo de ellos habrían grupos haciendo apuestas para adivinar si son hombres o mujeres o son seres de otro planeta. Luego deberían sortear a las cientos de personas para llegar a su ataúd gigantesco del cual un mago haría brotar flores de pañuelos y palomas de mentira. Si miran al techo solo verán equilibristas y trapecistas y más arriba una galaxia infinita y se preguntarían si existe un límite.

Ya en su camerino y escuchando como anunciaban el próximo número, se acerco a su espejo y lentamente retiro el maquillaje que cubría su cara y descubrió un rostro cansado y surcado por las tempestades de transcurrir la vida sin una máscara, se quito su traje de mil colores y descubrió su cuerpo zurcido por  las agujas de la felicidad y, mientras se recostaba en un catre sucio y desvencijado, puso su vida en una balanza y sonrió porque tuvo lo que merecía en dosis justas, respiro por última vez y se rindió a la dama de blanco que lo tomo entre sus brazos. 

Ese día paso algo maravilloso y realmente trágico, el payaso del circo murió y nadie lo sepultó, ni lloró, ni lo recordó. Se fue del mundo como vino, entre sombras y olvidos.

Fin.




Julieta

Anónimo

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1 comentario:

  1. genial :) me copa el blog, ademas porque me pongo a flashear con los fishies jajaj

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